RESEÑAS

En una Galaxia muy, muy lejana… y por última vez. (reseña de Rise of Skywalker)

Es el final del camino, nuestro momento para mirar un atardecer doble y decir adiós.

Cuando alguien duda de si las salas de cine están destinadas a extinguirse, pienso en responderle con algo de lo que viví durante la noche de estreno de Rise of Skywalker. Un recinto a reventar de público que aplaudía y gritaba como si los actores pudiesen escucharlo, una masa de gente que se quedaba sin respiración, reía y por supuesto, lloraba, como si aquello no fuese una proyección en una pantalla. Mientras existan audiencias así, mientras uno pueda ser parte de una experiencia colectiva como esa, las salas de cine seguirán siendo templos a los que acudimos en masa para visitar otros mundos. En esta ocasión, estábamos allí para hacer nuestro último viaje a una galaxia muy, muy lejana.

Si tuviera que hablarles de Rise of Skywalker como una película cualquiera, podría decirles que intenta (y logra) meter cuanta referencia, guiño, personaje, recuerdo, símbolo y actores puede, en un espacio de poco más de dos horas. Es el equivalente a la persona que hace lo humanamente posible en un aeropuerto, para que dos semanas de ropa, recuerdos y compras quepan en su equipaje de mano. Como consecuencia de esto, el ritmo es extremadamente rápido, casi como retándolo a uno a perderse de algo importante si acaso vuelve a ver un segundo la caja de palomitas para ver si queda alguna en el fondo. Para las escenas de acción puede ser bueno, pero las partes más emotivas sufren un poco por esto, sobretodo, por que algunas han sido esperadas, literalmente, durante años.

Pero (y este es un pero del tamaño de un Crucero Imperial), lo que a cualquier otro cinéfilo podría molestarle, para un fan de Star Wars es como vitaminas. Me refiero a la increíble satisfacción de encontrar en cada escena, alguna referencia a algo importante de este universo en cuyas estrellas muchos decidieron habitar desde hace más de 40 años. En muchas partes, he leído cosas negativas sobre el servicio a los fans, pero ¿qué es Star Wars sino un fenómeno cultural, del cual la gente sabe exáctamente lo que quiere? Como simple película, podrá no ser perfecta, hay exámenes que el guión no podría aprobar; pero como último capítulo de una gran saga de 9 entregas, es increíblemente satisfactoria. ¿Su éxito? Sabe hacernos sentir como nos gusta que Star Wars nos haga sentir.

La música de John Williams está adherida a la psicología de quienes no podemos evitar sonreír al ver un sable de luz. Las actuaciones del elenco original se sienten reconfortantes, familiares… en casa,incluso la artificial aparición de Carrie Fisher (su actuación fue reacomodada a partir de pietaje no utilizado) . Los personajes de esta última trilogía se sienten con más campo para desarrollarse, aprendemos más de sus motivos y en cierta medida, dejan de ser «los nuevos», para ganarse su lugar propio en la galaxia de recuerdos a la que, desde ya, pertenecerán hasta que el cine deje de existir.

El director JJ Abrams no busca explorar otras maneras de hacer las cosas, ni tiene el tiempo para hacerlo, la historia se acabó. Es hora de cumplir con el mythos y dar respuestas, tanto a las cosas sin resolver de la última trilogía (El origen de Ray, la identidad de Snoke, el dilema interno de Kylo Ren, por ejemplo), como a las grandes interrogantes de ese universo (el destino de Palpatine, la relación de Leia con La Fuerza, lo que Luke realmente piensa acerca del respeto que debe dársele a un arma Jedi y más) ,todas son satisfechas en esta entrega.

Es una película para fans, descaradamente. No sólo juega con las historias que conocemos, sino con el impacto que ellas tuvieron aquí en nuestra Tierra. Quien sepa leer entre líneas, encontrará pequeños homenajes a Carrie Fischer, sarcasmo dirigido hacia los intentos de Rian Johnson de llevar la historia en otra dirección, guiños a grandes actores que han pasado por las filas de otras producciones de la saga y más, mucho más.

Casi puedo ver sentado junto a mí, como si fuera un Fantasma de la Fuerza, al niño que alguna vez fui, aferrado a sus juguetes, sin poder separar sus ojos de la pantalla, feliz y emocionado al ver las historias del joven granjero que creció para convertirse en un maestro jedi; del piloto renegado que encontró una nueva familia en la resistencia contra el imperio y , por supuesto, de la princesa que evolucionó para liderar a una galaxia.

Finalmente, hay algo que afecta todo lo que pueda escribir acerca de esta película:el sentir que uno se está despidiendo. Cuando uno entiende que por última vez está viendo los créditos azules y oyendo la música de John Williams, es cuando más se emociona y agradece por tantos años de aventuras. Es el final del camino, nuestro momento para mirar un atardecer doble y decir adiós. Entonces vayan, viajen a esas historias que sucedieron hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana y que, por última vez, la fuerza les acompañe.

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