En los noventa, fans y críticos llegaron a llamarle «el James Dean de nuestra generación», por su actuación como el über-cool y solitario surfo de la serie 90210. A pesar de tener casi el doble de la edad de su papel, Perry no tuvo problema alguno para posicionarse entre los corazones de los fans de la época (y las incontables portadas de revistas para adolescentes, rodeado de colores pastel y corazones).
Luke Perry le inyectó vida al personaje de Dylan McKay, construido a partir de estereotipos de «chico malo con corazón de oro» o bien de cuasi antihéroe que luego se vuelve parte integral de la familia de amigos. Quizás por ello, y por el impacto cultural de la serie en la población adolescente de la última década del siglo 20, es que el actor luchó durante varios años contra su muy cimentada imagen, logrando papeles en otras producciones que, aunque no lograron jamás la popularidad de la telenovela juvenil que lo lanzó a la fama, sirvieron para establecerlo mejor como actor formal.
Perry fue hospitalizado víctima de un infarto cerebral masivo el miércoles 27 de enero, falleció el 4 de marzo y con él, un trozo de cultura pop de los años 90.
